Agroturismo, la cara que la localidad de Usme quiere mostrar

Agroturismo, la cara que la localidad de Usme quiere mostrar

Campesinos de la zona promueven la visita a sus fincas, para conectar a los bogotanos con el campo. 

Con orgullo, diez mujeres y dos hombres de la Corporación Mujer y Tierra recuerdan que son campesinos; que nacieron en Usme y que sus raíces vienen de los muiscas; que han peleado con el Gobierno para que las veredas de esta localidad no se urbanicen y que quieren llevar a los bogotanos del casco urbano a conocer la tradición del cultivo en la ruralidad, para preservarlo.

Su estrategia se armó hace 16 años, luego de que el plan de ordenamiento territorial (POT) de Bogotá se modificara y estableciera que algunas de las veredas de Usme eran suelo de expansión urbano. Entre ellas, las veredas El Uval y La Requilina.

Por ello, y tras sentirse invisibilizados, los campesinos comenzaron a organizar sus fincas para demostrar que en esa zona siempre ha habido cultivos. Así lo explicó Ana Otilia Cuervo, una de las líderes de La Requilina: “Con el POT se declararon seis zonas de expansión urbana, que incluía nuestro territorio. De ahí surgió la idea de crear una red de granjas, para mostrarles a los bogotanos y al Distrito qué se hace en la zona rural”, señaló.

Ana Otilia aseguró que el proyecto de las mujeres campesinas, principalmente, busca convertir el borde rural en una reserva agroambiental, y que uno de los programas es el que maneja la Corporación Mujer y Tierra, con la ruta agroecológica La Requilina, aunque en la zona rural ya operan otros planes (ver recuadros). La visita

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Clemencia Eslava, de 68 años, frente a la casa de bahareque de sus tatarabuelos, que tiene más de 150 años.Foto: Jonathan Serrano – Jardín Botánico

En la finca El Cerezo II nos recibe Clemencia Eslava, y nos muestra una antigua casa hecha en bahareque. Ella tiene 68 años; y la vivienda, unos 150 años. Dice que la construyeron sus tatarabuelos.

Y la tradición se mantuvo. Allí vivieron ellos, sus bisabuelos, sus abuelos y sus padres. Ella decidió construir una casa al lado, mientras que la de su familia la preservó para mostrarles a los turistas cómo se construían años atrás las estructuras en el campo.

Este es uno de los 10 puntos que se pueden visitar en el complejo de fincas de la Corporación Mujer y Tierra, señaló Stella Celis Eslava, una de las líderes.

“La ruta se divide en varias granjas, en las que se observa el cultivo de plantas medicinales; una huerta orgánica colectiva; una de solo aromáticas; otro espacio con infraestructura sostenible, entre otros”, reseñó Stella.

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Cultivo de maíz, lechuga y otros productos orgánicos que venden a reconocidas cadenas. Foto: Jonathan Serrano – Jardín Botánico

Uno de esos espacios es una huerta en donde se siembran espinaca, perejil, zukini, maíz, entre otros productos orgánicos. Además, se produce lechuga cogollo, que venden semanalmente a una reconocida cadena de hamburguesas.

Por sus labores, el Instituto Distrital de Turismo las apoyó hace seis años para mejorar la señalización de la ruta y realizar unas capacitaciones. Mientras tanto, las integrantes de la Corporación empezaron a ofrecer mercados orgánicos por encargo para poder mantener el proyecto, que visitan principalmente universidades y colegios.

Stella Celis recalcó que lo que buscan con el agroturismo es reforzar la vocación rural de las veredas y que sea este uso de suelo el que se conserve, pues ahora llega la discusión para la formulación del nuevo plan de ordenamiento territorial (POT) de la capital.

Siembran papas nativas

Otro es el proyecto que tiene el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis en el Nodo de Agrobiodiversidad de Usme, ubicado en la vereda El Uval.

William Galindo, coordinador del espacio, explicó que el trabajo se desarrolla en un terreno de la Empresa de Renovación Urbana (ERU) que lo entregó al Jardín Botánico en comodato, hasta el 2020.

“El proyecto, que arrancó en 2013, plantea labores de restauración de agrodiversidad y de seguridad alimentaria. Tenemos seis espacios, para la siembra de seis variedades de papa nativa, que la mayoría de personas no conoce”, explicó Galindo.

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Nodo de agrobiodiversidad de Usme. Foto: Jonathan Serrano – Jardín Botánico

También hay zonas para la siembra de granos, cereales, plantas medicinales y existe otra zona de recuperación de la quebrada Fucha en donde se sembraron más de 900 árboles. “El objetivo es que este predio se convierta en una huerta pública, y que la comunidad pueda venir a sembrar y recoger los productos para su propio consumo”, señaló.

Allí se han dictado talleres de agricultura, entre otros, y se han capacitado entre 2016 y 2018 cerca de 3.700 bogotanos. Es decir, el nodo se convirtió en un laboratorio al aire libre.

Incluso, los colegios de las veredas de Usme tenían espacios para sembrar hortalizas dentro del nodo, y allí los menores aprendían sobre el proceso de producción de alimentos. También, madres comunitarias van a sembrar cereales.

Finalmente, hubo un proceso de siembra de más de 900 árboles nativos, que antes existían en la zona, pero que por los efectos del crecimiento urbano, la ganadería y la agricultura mal manejada, o el desconocimiento, entre otros, desaparecieron de la zona.

Publicado en: El Tiempo